Celia

Emma Sierra

martes, 18 de abril de 2017

Y entonces me desperté...

Después de unas breves vacaciones, volvemos a clase!
Antes de irnos a disfrutar de unos días de descanso y tranquilidad, en clase leímos un fragmento de La Metamorfosis, la obra maestra de Kafka. Para ser más exactos leímos el principio, cuando Gregorio se despierta convertido en un insecto, en ningún momento de la obra hablan de el nombre de este insecto por lo que resulta difícil imaginarlo. El año pasado leímos este libro entero para la asignatura de Lengua y Literatura, y seguro que cada uno de nosotros se imaginaba la figura monstruosa De Gregorio de forma diferente, puede que este sea uno de los grandes aciertos del libro, que jamás sepas a qué se enfrentó su familia. Gregorio despierta y se ve convertido en insecto, pero lo más sorprendente es que esto no es lo que más le preocupa, lo que ocupa sus pensamientos y sus preocupaciones es el hecho de no poder llegar al trabajo y de las explicaciones pertinentes que le deberá de dar a su jefe. Es asombroso como una persona que ha perdido toda su esencia, todo su cuerpo, es capaz de únicamente preocuparse por el hecho de no poder llegar al trabajo y no conseguir su tan necesario sueldo. Pero posiblemente esto no sea lo más triste de la obra, en mi opinión lo más triste de la obra es la exclusión que sufre por parte de su familia, una deshumanización total y completa. 
En relación a este fragmento de 'La Metamorfosis', cada uno en clase escribimos un relato angustioso, aquí va el mío:


Me desperté en la misma cama de siempre, no había nada diferente a mi alrededor. Las 7 menos cuarto, miré a un lado y la cama estaba vacía, como siempre en los últimos años. Ya nunca despertaba junto a mi marido, si es que ese es el nombre que le puedo dar a ese hombre con el que compartía casa, pero no vida desde hace años. Todo era diferente ahora, pero no había comenzado ese día, el declive venía de antes, de mucho antes. Pero no sé qué es lo que ocurrió en mi cabeza ese 9 de noviembre que todo cambió. Tomé la que posiblemente sería la decisión más dura de mi vida, ese mundo no era para mí, no quería seguir encerrada en una vida que para nada era la mía. Cogí una maleta pequeña y eché lo imprescindible, quería empezar de cero completamente, quería abandonar esa vida. Cogí un folio y comencé a plasmar todos estos sentimientos en el papel. Que ingenua, aún no sabía que lo peor todavía no había comenzado. 
Salí de casa con una mezcla de tristeza por abandonar al hombre con el que años atrás había decidido compartir mi vida, pero un pequeño alivio en el fondo de mi corazón por haberme atrevido a dar el paso e ir a respirar aires nuevos. 
Con esa mezcla de emociones salí de casa, sin fijarme muy bien en nada más, y al cruzar la calle no pude darme cuenta de el camión que pasaba a toda velocidad...
En esos últimos momentos, me arrepentí de haberme despertado. 

1 comentario:

  1. Es un cuento muy llamativo me a causado muchas emociones y sensaciones de intriga por momentos.
    Despuésde de leer todos los cuentos del grupo este es uno de los mejores. Un besito ❤

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